viernes, 26 de noviembre de 2010

Y vino el encuentro con el otoño

Otra oportunidad para reflexionar juntos sobre un acto tan cotidiano, tan banal? y a la vez sagrado, como es alimentarnos. El taller de cocina energética de noviembre nos dió la excusa para volver a experimentar desde nuestro enraizamiento con la tierra.

El otoño nos trajo a la mesa sus maravillas; pero, más allá de la calabaza al horno que rellenamos, de las verduras de raíz que endulzaron las comidas, más allá de la armonía en torno al arroz integral que luego acomodamos en unos delicados sushis, de las sorprendentes empanadillas preñaditas de amor, más allá de las acogedoras sopas y las nutritivas algas, y de los cremosos y dulces postres, más allá de cada elaboración estábamos tocando tierra, participando de ese ritual que nos conecta con la madre.

Hablábamos de energías que nos equilibran en esta estación; de estar centrados, de estabilidad emocional, de claridad mental... todas estas palabras se empiezan a vivir cuando empezamos por la base que nos sustenta, que es la tierra que nos ha parido. Es lindo manejar los alimentos naturales y saber qué han venido a hacer en esta época y en este sitio en el que vivimos. Es hermosa esa manera en que nos transfieren su energía vital benéfica y transformadora. Esa vida la tenemos en nuestras manos y jugamos de forma mágica con ella cuando sabemos manejarla en la cocina.
Los alimentos vivos, enteros, como la tierra los trajo al mundo, son el regalo constante que la naturaleza nos ofrece. Saberlos llevar a nuestras mesas sin intermediación de procesos que los desvirtúen, sin procesamientos de intermediarios que los desvitalicen, es el arte que hay que recuperar. Los cimientos para una vida de armonía y de sabiduría que el ser humano va buscando en todos los niveles de su existencia, hay que ponerlos, de forma modesta y contundente, en esa forma de alimentarnos día a día. Ahí empieza el arte de poder ser Uno con el Todo.

Y agradecer el hecho estar reencontrándonos con el néctar que nunca debimos haber perdido.

Hace unos cuantos años me llamó la atención esta frase que encabezaba un precioso libro de recetas :

"La sopa es para el cuerpo lo que la paz para el alma".

Algo se removió dentro. Ahora sé que la misma sopa puede ser paz... Conocer los efectos de las energías de los alimentos es un camino que no terminaremos de andar...

Seguiremos practicando... y platicando

martes, 29 de junio de 2010

reflexiones después del último taller de cocina energética

Por fin, este fin de semana pasado, el último de junio, trabajamos de nuevo con las ideas y la práctica de la cocina natural y energética. El verano recién estrenado nos ha inspirado unas elaboraciones llenas de colorido y recetas refrescantes, y relajantes. Nos hemos quedado tan a gusto, con muchas ganas de seguir practicando en casa y con ese sabor de boca de la infusión de menta del final del curso.
Ya conocemos mejor las cualidades de los alimentos. Ya sabemos además que consumir ecológico depende de este conocimiento de las cualidades de lo que comemos. Ser conscientes de lo que necesitamos realmente nos da la llave de la vuelta al equilibrio con la tierra, con las estaciones que modulan nuestra energía y a la vez, con una salud óptima.

Hay una reflexión abierta en la que no suele entrar la mayoría de la gente que enarbola la bandera del consumo responsable: hay que dar un paso más si queremos realmente llevar a cabo esa responsabilidad en el consumo.
No es sólo que el producto sea ecológico (cultivo limpio-cercanía-comercio justo), es también y, sobre todo, que el alimento sea apropiado (adecuado a nuestras necesidades nutricionales y al momento del año en que se da).

1. Si nos ajustamos al momento del año en que se da, no podemos seguir comprando, aunque sea en la mejor tienda o asociación de productos ecológicos, con los sellos más flamantes, calabacines, pimientos y tomates, en cualquier época del año. Sólo se dan durante dos meses veraniegos.

2. Si atendemos a lo que realmente necesitamos nutricionalmente, hemos de saber que el consumo de verduras veraniegas en meses fríos, no hace sino desequilibrar nuestro sistema energético y debilitar nuestra salud. En cambio, el consumo de productos estacionales nos ayuda a adaptarnos al entorno y fortalece nuestro sistema de defensas.
Además sabemos que, dentro de un esquema de consumo consciente (no sólo responsable) comer ecológico es cambiar drásticamente el patrón de consumo de proteína animal: si no se suprime por completo, ha de ser un consumo esporádico (de una a tres veces por semana como mucho, y dando prioridad a raciones de pescado salvaje, y no de carne). Lo costoso para el medio ambiente es producir tanta carne, y lo costoso en salud para el medio interno nuestro, es asimilar tanta carne.

Si nos limitamos a cambiar la "etiqueta" pero no cambiamos hábitos, no estaremos logrando mucho. Sólo la tranquilidad de saber que en nuestros estómagos no entran químicos venenosos, pero el desequilibrio medioambiental se mantiene, y el desquilibrio en nuestra salud nos seguirá pasando factura.

miércoles, 9 de junio de 2010

El huerto de Melibea 2010

Hojas, nubes y molinos; semillas, veleros, insectos, todo lo mueve el viento caprichosamente. También la vida, las corrientes del pensamiento, los sentimientos, y los poemas se mueven a su antojo. Los empeños, las empresas, los compromisos, sin embargo, arraigan en las piedras, en sus grietas y huecos. A veces árboles, a veces, musgos, o sólo líquenes al principio, viven y mueren, brotan sobre la madera y hojarasca podrida.